En 1778 una expedición británica al mando del Capitán James Cook, que navegaba desde Tahití a Norteamérica, se encontró casualmente con un grupo de islas desconocidas hasta entonces, y que posteriormente se llamarían Islas Hawaii.
La expedición atracó en las islas a fin de trazarlas en el mapa y tomar nota de sus características, así como de la forma de vida y costumbres de sus habitantes. Pero durante su estancia en la isla de Hawaii, una discusión con los indígenas motivada por el robo de una barca terminó con la muerte del Capitán Cook por lanzas indígenas. El Teniente James King tomó el mando de la expedición, y en el diario de abordo anotó la primera referencia escrita sobre el surf que existe…
“Uno de sus entretenimientos más comunes lo realizan en el agua, cuando el mar está crecido, y las olas rompen en la costa. Los hombres, entre 20 y 30, se dirigen mar adentro sorteando las olas; se colocan tumbados sobre una plancha (…) El motivo de esta diversión es solo entretenimiento y no tiene que ver con pruebas de destreza, con buenas olas entiendo que debe ser muy agradable, al menos ellos muestran un gran placer en la velocidad que este ejercicio les da …”
El surf era para Hawái y sus antecesores un asunto profundamente espiritual, desde el arte de montar las olas y rezar por el buen surf, hasta los rituales que rodean la construcción de una tabla. El surf no era solo una actividad recreativa, sino también un ejercicio de entrenamiento para jefes hawaianos y un método y medio de resolución de conflictos. Había dos clases de tablas de surf en aquellos tiempos, un ‘olo‘ (montado por los jefes o los nobles conocidos como el ‘Alii’) y un ‘alaia’ (montado por los plebeyos). Las tablas de madera fueron fabricadas usando el Wili Wili, el Ula y el árbol de Koa. Su tamaño variaba según la clase social: los nobles y jefes tenían tablas más largas, mientras que los plebeyos disponían de tablas mucho más cortas.
La historia del ‘longboarding‘ se inicia en el año 1959. Este concepto deportivo se concibió en el vientre de los surfistas en Hawái, a partir del mundo del surf anteriormente explicado. En ese tiempo, los surfistas de Hawái tenían que depender de las olas y del tiempo atmosférico para poder surfear con su tabla. Pero como todos los días no encontraban las olas adecuadas, decidieron e idearon practicar algo parecido al surf mientras no hubiera olas en el mar. Este tipo de pensamiento les ayudó a inventar el longboard o, lo que sería lo mismo, el surf en la misma calle.
Desde Long Days “absorbemos” esta legendaria tradición y filosofía aplicándola a la creación de nuestros longboards, trabajando a mano maderas como la del Mongoy, Nogal Americano, Fresno, Palo Santo y Roble Europeo, ayudándoles a ser aquellas tablas, que como a los primeros Hawaianos, te acompañaran a sentir esa libertad que solo el viento y la velocidad te pueden dar.